Era exactamente un reflejo...
Lo tenía todo, ese mismo pelo que se enredaba cada rizo negro con cada nube blanca, y esas pecas que moteaban la piel más pálida, un blanco nuclear tal vez?
Sonreía uniendo un corazón y era tan perfecto en su misma imperfección que me llegaba a sorprender cuánto se parecían, esa sonrisa que no era fácil de poner así como así, y cuando reía era la misma carcajada y yo me seguía sorprendiendo, eran tan parecidos...
Cada gesto, esa tímida inclinación hacía la derecha al andar que desgastaba en el interior su suela izquierda...
Pero no era él... o tal vez si? Cuando había empezado a ser él y cuando había dejado de ser él mismo? Qué momento me había perdido entre real y ficticio? Qué era la imagen y qué era el reflejo?
Él era él, él y sus contradicciones, él y su formato susurro, él y su presencia, él y su pronombre personal en primera persona; pero tenía un sello de copyright que nadie más lo igualaba, y aparte de ese copyright también tenía mi corazón, cuando era su propio reflejo, distorsionado por el miedo en un estado puro infravalorado, y cuando empezó a ser él mismo y empezó a comprender que la libertad también iba de la mano del amor y que amor era mi pronombre.
Sólo el amor es capaz de romper todas las limitaciones, todos los fantasmas, los reflejos de cada uno de nosotros y entonces...todo ello lo transformamos en pura libertad.
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