El quid de la cuestión, a nuestra casa empezada por el tejado, es que hay un grave problema, yo siempre te voy a querer, pase lo que pase, estaré ahí esperando para ver cuando vuelves, cuando me desgarres, cuando nieva, cuando tan solo quede tu voz maldiciéndome, en cambio, tu, jamás conseguirás quererme y tal vez, cuando lo consigas, yo... ya no estaré dispuesta.
Dije una vez...
Si te regalasen el Sol y un día, éste, te quemara, qué harías? Lo darías?
Ahí estaba yo... No daría el Sol por una quemadura, pero ya van demasiadas...
Ardes, amor.
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